viernes, 27 de enero de 2012

"Novelizando" el entreno.



Para unos, el camino hacia la agonía, otros ya de vuelta de haber recorrido ese camino, y en todos ellos una misma mueca, la del esfuerzo.

Tanto los pasos de unos como de los otros son lentos, aunque no débiles, son firmes, con decisión, sabiendo hacia dónde se dirigen y no apartándose del camino aún teniendo claro que dolerá, que se sufrirá, pero que la recompensa será grande.

El inicio es un ritual, cada uno ajusta sus monturas, se oyen los "click" de los automáticos, se oyen los "piiiip" de los pulsómetros, y se oye el murmullo del roce de los discos de inercia, hemos comenzado a ritmo suave, recien subidos en nuestros caballos, un batallón de 23 guerreros comenzado la lucha contra nosotros mismos, siguiendo la batuta que marca el lider, subidas, sólo subidas, todo hace indicar que esta de hoy será una batalla dura, y que como despedida de semana nos van a dar caña, pero la aguanteremos, porque hemos venido a eso, así que los siguientes 90 minutos transcurren lentos, con las piernas suplicando piedad y la mente intentado evadirnos del dolor para poder continuar siguiendo al jefe a su ritmo, en cada paso que nos anima y ordena con gritos de "un cuartito más de vuelta", "DUUUROOO", "está duro señores", "seguimos subiendo", "no me paro", "yo no bajo la intensidad", ..., y aunque contado parezca un castigo, todos los allí presentes somos un ejército de voluntarios, por lo que no vale quejarse, y aunque las caras de la gente así lo parezcan, a todos no está gustando ese sufrimiento.

La tensión y dureza del momento se notaba en el ambiente.

Las caras y expresiones de los allí presentes no hacían más que confirmar lo que se presentía nada más entrar en la sala.

La diferencia más notable con una guerra real, es que en nuestros cuerpos no brota sangre de heridas, son gotas de sudor que corren por las frentes, brazos, piernas, y camisetas empapadas que denotan esfuerzos, posturas imposibles, gestos de dolor, gemidos cortos para llegar el esfuerzo que nos piden.

Unos momentos de relax para recuperar las piernas y vuelta a la carga, de nuevo el fragor de la batalla se apodera de todos con la música acompañando ritmos y gritos animando y dando órdenes.

Los aplausos al finalizar significan buena cosa, ducha y a descansar, pero hoy no era día de terminar, y tocaba continuar el entrenamiento.

Unos estiramientos de gemelos y cuádriceps, y vuelta a empezar, ahora son golpes continuados, rítmicos, que marcaban los pasos de la carrera que se siguen a ritmo de tambores como si de una batalla medieval se tratara. 

Y con la mente alejada del lugar y pensando en un ejército de hombres a pie que avanzan con paso decisivo contra no se sabe qué, tan, tan, tan, tan, van marcando los tambores el ritmo del paso, y de más al fondo, voces de ánimo, gestos de ayuda, la gente contando y diciendo "vaaaamosss, que te quedan sólo dos".

Todos atareados, unos de pie, otros sentados y algunos tumbados, aunque no precisamente descansando.

En la calle se respira el aire de la brisa del mar mientras dentro de la sala cubierta de cristales no se nota ni el calor, ni la falta de oxígeno en los músculos, sólo hay un pensamiento en la cabeza de todos, seguir machacándose.

Esa es la imagen que muestra un gimnasio, con sus máquinas de cardio, sus pesas, sus multiejercicios, espalderas y colchonetas de estiramiento.

Y así es como ha ido hoy mi entrenamiento, 90 minutos de spinning seguidos de 30min más de carrera para soltar.

Vamos que el fin de semana no ha hecho más que empezar, y mañana toca nueva pelea que repartiré en dos sesiones.
A seguir disfrutando de los entrenos.

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